Historia
Imhotep (2700-2650 a. C.): el gran médico egipcio
Pablo Young, Tomás Corradi
Revista Fronteras en Medicina 2016;(2):0060-0064
Imhotep no solo se destacó en el campo de la medicina sino que también fue un destacado arquitecto, astrónomo y científico del Antiguo Egipto. Fue el autor del Papiro que descubrió Edward Smith, obra compuesta de 48 casos clínicos, el cual contiene las primeras descripciones de suturas craneales, del líquido cefalorraquídeo y de las pulsaciones intracraneanas.
El objetivo de este trabajo es presentar la historia de Imhotep y sus principales aportes a la medicina.
Palabras clave: Antiguo Egipto, medicina, lÃquido cefalorraquÃdeo, historia de la medicina, papiro Edwin Smith,
Besides Imhotep´s important work in the medical field, he was considered an exceptional architect, astronomer and scientist from Ancient Egypt.
He was the author of the Edwin Smith Papyrus, a medical text which describes 48 clinical cases, where the first explanations regarding cranial sutures, cerebrospinal fluid, and intracranial pulsations are made.
The purpose of this work is to briefly narrate Imhotep´s history, together with his discoveries as a highly accomplished physician.
Keywords: Ancient Egypt, medicine, cerebrospinal fluid, history of medicine, Edwin Smith papyrus,
Los autores declaran no poseer conflictos de intereses.
Fuente de información Hospital Británico de Buenos Aires. Para solicitudes de reimpresión a Revista Fronteras en Medicina hacer click aquí.
Recibido 2016-04-22 | Aceptado 2016-05-13 | Publicado 2016-07-01
Introducción
La anatomía humana se ha ido desarrollando como ciencia con el progreso de los conocimientos sobre los componentes del cuerpo y la comprensión de las funciones de los órganos. Las descripciones anatómicas humanas más antiguas fueron encontradas escritas en papiros con información sobre medicina, producidos en Egipto cerca de 1.600 años antes de Cristo. El origen de estos conocimientos se atribuye a trabajos publicados mil años antes por Imhotep (2650-2600 a. C.) (Figura 1). Siglos después, en Grecia, la anatomía humana fue enseñada por Hipócrates de Cos (460-370 a. C.) formando parte de la enseñanza básica de la formación médica. En esa época se realizaban disecciones en animales para corroborar experimentalmente las descripciones de la morfología humana. Hipócrates es reconocido como el “Padre de la Medicina”1. Herófilo de Calcedonia (335-280 d. C.) y Erasístrato de Chios (304-250 a. C.) realizaron disecciones en cadáveres humanos en Alejandría, lo que constituyó un gran avance en la información científica anatómica de su época. Galeno de Pérgamo (130-200 d. C.) reunió la información anatómica disponible hasta ese momento y la volcó en los documentos que produjo. Trabajó en Roma y también realizó demostraciones anatómicas mediante disecciones en animales. Sus escritos establecieron los conocimientos anatómicos con los cuales los médicos se formaron durante los siguientes 1.500 años, hasta el Renacimiento1,2.
Perspectiva histórica
Imhotep es considerado el primer gran médico del Antiguo Egipto. Además de médico, se destacó por ser astrónomo, científico y uno de los primeros arquitectos reconocidos de la historia. Era poseedor de conocimientos operativos de geometría y aritmética sumamente necesarios para manejar las disciplinas destacadas1.
Nació en los alrededores de la ciudad de Menfis y aun cuando era de origen modesto pasó a ocupar una posición importante e influyente en la corte del faraón Zoser. Alcanzó una fama creciente como médico y esto lo condujo posteriormente a ser elevado desde el plano humano hasta convertirse en un personaje divino. Efectivamente, después de su muerte fue deificado y reconocido como el dios de la salud con las características y atributos similares a lo que fue el dios Asclepios para la medicina griega. Durante siglos fue considerado por los egipcios como el dios de la medicina y la sabiduría, y se le representa sentado, como a los escribas, con un papiro desplegado sobre sus rodillas (Figura 2)1-6.
Fue sumo sacerdote de Heliópolis, fue chaty (el más alto funcionario del Antiguo Egipto, y el primer magistrado) del faraón Necherjet Dyeser (Djoser, Zoser). El significado de la palabra Imhotep es “el que viene en paz”1. Entre las creencias se decía que “no solo curaba a los enfermos sino que los resucitaba”.
Fue poseedor de numerosos títulos honoríficos, entre los que se destacan tesorero de rey del Bajo Egipto, administrador del Gran Palacio, señor hereditario, sumo sacerdote de Heliópolis, escultor y constructor7-10.
Fue un excelente administrador y a la vez considerado el “primer Leonardo”, por la creación de la pirámide escalonada de Saqqarah durante la dinastía III, construida en piedra y anterior a las de Gizeh (Figura 3). Para la construcción de esta pirámide se necesitó la extracción, transporte y montaje de miles de toneladas de piedra caliza, material que era la primera vez que se utilizaba en grandes construcciones. Imhotep solucionó el problema técnico del peso de la piedra utilizando bloques pequeños, los cuales eran más fáciles de transportar y manejar1-6.
La medicina en el Antiguo Egipto
La medicina occidental tiene sus raíces en el Antiguo Egipto, donde fue muy apreciada desde los comienzos de la civilización, llegando a ser superior a la practicada tiempo después, inclusive en la Europa Medieval. Es así como Heródoto de Halicarnaso (484-426 a. C.) proclama en Egipto “el triunfo de la medicina”, diciendo que durante el Imperio Antiguo el faraón tenía “médicos para sus dos ojos”, y recuerda que los reyes persas Ciro y Darío llevaron médicos de Egipto, a los que reconocían su alta reputación. Heródoto mencionó que “en Egipto, la medicina era especializada. Hay un médico para cada enfermedad y no existe la medicina general. En todas partes hay un gran número de médicos: unos se ofrecen como médicos para la vista, otros para la cabeza, otros para los dientes, otros para el vientre, otros para las enfermedades internas”11.
Es importante destacar que en la Odisea, Homero afirma que “los médicos egipcios eran más hábiles que los de otras tierras”.
Fueron los sacerdotes, principalmente de las diosas Selkmet y Neith, quienes llevaban la denominación de médico (Sunnu, el que corrige o cura). Sus principales centros fueron los templos de Atum-ra en Heliópolis, de Neith en Sais, de Anubis en Letópolis y el de Bubastis, lo que indica el carácter religioso y mágico de los primeros tiempos de la profesión médica10.
Desde tiempos remotos se encuentran médicos reales, cuyos jefes son funcionarios de un rango muy elevado. El médico era el “jefe de los secretos”. Algunos estaban relacionados con el faraón, y quien lo estaba se llamaba “médico superior”.
Las enfermedades acechaban a los habitantes del Antiguo Egipto, cuya esperanza de vida era de unos treinta y nueve años para los hombres y de treinta y cinco para las mujeres. La alta tasa de mortalidad se debía a todo tipo de dolencias, para las que los textos de los llamados “papiros médicos” ofrecían prescripciones. Dichos papiros hacen referencias a taponamientos u obstrucciones de metu o canales (vasos sanguíneos) como consecuencia de torsiones o rigideces. Describen las enfermedades digestivas, cardíacas, pulmonares y de los órganos de los sentidos8.
Los textos médicos que se conocen están escritos con caracteres hieráticos en rollos de papiro. Destacan los de Edwin Smith (Figura 4) y Ebers procedentes del siglo XVII a. C., que son copias o recopilaciones de textos redactados en la época de las pirámides. Los más antiguos (2 milenios a. C.) son los papiros Kahum A y B, procedentes de Fayum, que están incompletos: el primero tiene 34 secciones, y trata de enfermedades ginecológicas, métodos de control de fertilidad y pronóstico del sexo del niño por nacer; el segundo tiene nociones de veterinaria.
Los papiros son los documentos de la más antigua literatura médica. Algunos de los papiros más reconocidos por la medicina egipcia son:
• Papiro de Ebers (2700-1550 a. C del egiptólogo alemán Georg Ebers): consiste en un rollo de más de 20 metros de longitud que describe enfermedades en varios campos de la medicina como: oftalmología, ginecología y gastroenterología. A su vez, es un tratado quirúrgico de heridas de guerra y fue el primer tratado que hace referencia a los tumores.
• Papiro de Kahun (1889-1800 a. C): era utilizado en el Antiguo Egipto para tratar problemas de ginecología y obstetricia dado que el control de la natalidad era un tema de preocupación. Los métodos anticonceptivos consistían en preparados que se colocaban dentro de la vagina, elaborados a base de miel mezclada con sal de carbonato.
• Papiro de Hearst (S. XIX a. C): relata acerca de problemas cutáneos, migrañas, fracturas y mordeduras.
En la antigüedad, existía la creencia de que la enfermedad implicaba la ocupación del cuerpo por seres demoníacos que perturbaban la salud al inocular su aliento envenenado en el cuerpo del ser humano.
El egipcio más antiguo con un título de médico es Hesy-Re, de la tercera dinastía (2620 a. C.), especializado en problemas dentales. Por los títulos y jerarquías, podemos deducir que los médicos egipcios constituían una clase, y que bajo la vigilancia del Estado, garantizaban al público la calidad de su ciencia. Habrían sido funcionarios retribuidos para cuidar gratuitamente a los enfermos. Estaban asistidos por enfermeros, masajistas y vendadores. Incluso podían atender también a animales sin mayor prejuicio.
En la actualidad, se conocen los logros de la medicina egipcia por hallazgos arqueológicos y técnicos, que revelan acertadas imágenes de enfermos que solían verse cotidianamente: cojos, jorobados, paralíticos, obesos, acondroplásicos, enanos, elefantiásicos, etc.
En el estudio moderno de las momias se encuentran estigmas de toda suerte de enfermedades y de algunas terapias aplicadas. Ramsés el Grande sufrió arteriosclerosis y quizás falleció por un absceso del maxilar superior y sepsis. Su hijo y sucesor Mernemptah tenía una aorta con múltiples lesiones ateromatosas. La momia de la anciana Bakrenes mostraba las femorales calcificadas10.
Plinio (siglo I d. C.) informó que en ciertos casos se llegaban a realizar necropsias oficiales cuando no se había podido determinar con certeza las causas de muerte. Una inscripción de la V dinastía establece la existencia de una literatura médica de carácter científico. En el reinado de Neferirkare, cuando el arquitecto Llashptah perdió el conocimiento mientras visitaba sus obras, el Faraón mandó llamar a los médicos del palacio y les hizo consultar escritos médicos relacionados con el caso.
La figura más destacada de la medicina egipcia es Imhotep, quien fue el autor del papiro Edwin Smith acerca de curaciones, dolencias y la descripción de 48 casos clínicos sin mencionar causas ni tratamientos mágicos. Este papiro contiene las primeras descripciones de suturas craneales, del líquido cefalorraquídeo y de las pulsaciones intracraneanas.
Papiro Edwin Smith
Se trata del primer tratado de cirugía conocido, siendo el documento científico de mayor antigüedad encontrado. Suministra un fundamento científico a la medicina, exponiendo la visión que se poseía en dicha época con respecto a la clínica, la fisiología, la patología y la anatomía. El papiro lleva el nombre de Edwin Smith (1822-1906), que nació en Connecticut y se destacó por ser un aventurero traficante de antigüedades9.
El papiro de Edwin Smith se cree que es una copia de un papiro mucho más antiguo, quizás del 3000 a. C., el cual podría corresponder al Libro Secreto del Médico, pudiendo ser el autor original del texto el mismo Imhotep (2600 a. C). En el papiro original se han utilizado términos arcaicos propios de la época, los cuales son aclarados como nota al margen o “glosas” por otro autor, probablemente médico.
El referido papiro es un rollo sobre 15 pies de largo (4.68 mts), medida característica de los rollos de la época de los imperios medio y antiguos, escrito a ambos lados consistente en 22 columnas con casi 500 líneas. El texto contiene 48 casos ilustrativos de diversas lesiones traumáticas de la cabeza, cara, cuello, brazos, tórax, hombro y columna vertebral. Clasifica cada caso en relación al pronóstico como favorable, incierto o reservado. La escritura utilizada son rúbricas, diferenciando con tinta roja las conclusiones y con tinta negra el inicio de cada caso1-4.
Los aportes a la medicina y odontología (Figura 5) son variados y muy valiosos. Podemos observar el nacimiento del quehacer científico en la medicina antigua, fundamentándose en la observación, recolección y clasificación de los hechos y en la aplicación de un proceso mental inductivo constituyendo un verdadero tratado de cirugía conocido.
Entre los aportes realizados se encuentran:
• Se trata del primer tratado de cirugía dado a conocer en el cual se expone la emergente semiología quirúrgica.
• Se fundamenta en la observación, recolección y clasificación de los hechos y en la aplicación de un proceso inductivo.
• Elabora la primera nomenclatura anatómica: cerebro, meninges, suturas craneanas y líquido cefaloraquídeo.
• Realiza un estudio de la función cardiovascular a través de la palpación del pulso y el recuento de las pulsaciones para evaluar la respuesta del organismo.
• Prioriza al sistema nervioso central y el cerebro como órgano rector de las funciones corporales.
• Realiza un estudio de los traumatismos y sus consecuencias: heridas, fracturas, úlceras, tumores y abscesos.
• Utiliza el salicilato como analgésico y agente antiinflamatorio.
• Postula el uso del adhesivo, sutura quirúrgica y cauterización como métodos de sinéresis.
Por primera vez se destaca con importancia el sistema nervioso central y el cerebro como órgano rector de las funciones corporales, mencionándose la relación entre cerebro, médula espinal y las consecuencias producidas por daño a estas estructuras. En las heridas donde se involucran las meninges o el cerebro se observa la irritación meníngea en forma de “anquilosamiento” del cuello o la incapacidad de los pacientes de “mirar sus hombros”.
En el papiro se comienza a trabajar el concepto conocido como plan de tratamiento, en el sentido de que ante un determinado problema se plantean tres diferentes opciones para tratar al enfermo, eligiendo aquella que proporcione mejores opciones de recuperación y en relación a los materiales disponibles:
La primera alternativa se refiere al tratamiento exclusivamente mecánico o quirúrgico (tres casos descritos en el papiro), para los cuales se describe el uso de torundas, hisopos de lino, vendas de lino, algún tipo de tela adhesiva, suturas quirúrgicas y cauterización (descritas por primera vez en la literatura médica), y entablillados, muletas y soportes para mantener al paciente en posición erecta.
La segunda opción de tratamiento es la combinación del quirúrgico con el uso de medicamentos externos. Como parte final del tratamiento, se menciona de manera sistemática una serie de cláusulas de temporalidad, que se relacionan directamente con la condición del enfermo, y son tres: hasta que se recupere, hasta que el período de su enfermedad pase y hasta que alcance un punto decisivo.
Finalmente hay que destacar que las bases de la medicina tal como la conocemos hoy en día fueron establecidas durante el período grecorromano. El hecho que marca el comienzo de la práctica médica es un cambio en el método. El estudio de la medicina en el antiguo Egipto (como se muestra en el papiro de Smith) se vuelve riguroso y se independiza de los fenómenos sobrenaturales. El inicio en la medicina como hoy la conocemos no comienza por la acumulación suficiente de conocimientos, sino con la incorporación del método científico a su estudio.
En la Tabla 1 se puede observar un modelo de esquema semiológico utilizado en el papiro de Edwin Smith9.
La farmacopea egipcia
Cabe destacar que, ante los ojos del pueblo, el médico era ante todo un maestro en el arte de curar.
La farmacopea nos lleva a las preparaciones de laboratorio, penetrando en un dominio especialmente egipcio, puesto que la química deriva de su nombre: kemi (tierra negra, Egipto). La farmacopea egipcia era tan variada como pintoresca. Se fabricaban drogas, perfumes y ungüentos en los laboratorios de los templos para las necesidades del culto (fumigaciones, purificaciones y curaciones de las estatuas divinas). El ritual enumera plantas, piedras raras, aceites minerales o vegetales, grasas animales, resinas, hierbas, baños de natrón que conservaban los cuerpos momificados. Ciertos ungüentos estaban compuestos hasta de 37 ingredientes diferentes, como sangre de lagarto, secreciones de oído de cerdo, excrementos de niño, de asno, de perro, de gacela, de hipopótamo, combinados todos ellos con leche materna, aceites finos y con otras grasas de origen animal.
Se enlazan las prácticas de higiene y de belleza, muy numerosas, más aún entre las egipcias. Existían medicamentos para curar quemaduras, mordeduras, picaduras de insectos, lesiones por espinas, etc. El cuidado de la belleza era muy importante, y al aumentar los encantos hacía el hogar más agradable. Para dar un olor simpático a la casa y a los vestidos la esposa fumigará: “… incienso, granos de pino piñonero, resina de terebinto, juncia aromática, corteza de cinamonio, melón, caña de Fenicia. molidos y reducidos a una masa, póngase al fuego…”10.
El médico egipcio prescribía mucho el aceite de ricino y los aceites simples. Las enfermedades digestivas se combatían con ricino, lavados de estómago, enemas, etc. Conocían y trataban la bilharziosis o esquistosomiasis. También, con eficacia relativa, las cataratas y demás afecciones oftálmicas: “… Para curar el tracoma, los ojos deben ser tratados con sangre de lagarto. Para remediar la pérdida de la visión, se recomienda poner sobre los ojos hígado de buey asado y exprimido”.
La farmacia se desarrolló notablemente: en los papiros de Grapow y Deines se describen hasta setecientas fórmulas para la preparación de remedios y perfumes; existían los alquimistas, que buscaban la “piedra filosofal”, la sustancia mágica para curar las enfermedades, rejuvenecer a las personas, aumentar la potencia sexual y obtener la inmortalidad. Tambíén buscaban lograr oro de los metales.
En el antiguo Egipto, las leyes sanitarias eran estrictas, la higiene era escrupulosamente cumplida, había ordenanzas médicas de vigilar las aguas, no solamente para la limpieza de los vivos sino también para la higiene mortuoria. Es sorprendente encontrar en los papiros una especialización tan depurada que indica un alto grado de evolución de la medicina Egipcia.
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